Skip to main content

Resignificando tu sexualidad

blog anitapicardi

¿Qué es lo primero que se te pasa por la cabeza cuando repites mentalmente la palabra sexualidad? 

¿Cuáles son las sensaciones que sientes en el cuerpo? 

¿Hay alguna parte de tu cuerpo que sientas más presente? 

Y por encima de todo esto, ¿qué te dices a ti misma cuando te observas? 

Todo esto ya te está aportando mucha información sobre cómo tu estructura interna tiene integrada la sexualidad. Antes de seguir, te invito a que no te juzgues sobre lo que sea que estés pensando o sintiendo, ya que posiblemente cualquiera de esas cosas sean naturales y por supuesto, humanas. ¿de qué otra cosa podría tratarse sino? 

La misma idea de que puedas considerar que tu sexualidad “está mal” ya nos dice mucho de lo que quizás necesitas  resignificar. 

¿Qué es la sexualidad para ti? Sería una buena pregunta para plantear cuando estamos conociendo a alguien con quien nos gustaría tener sexo; almenos para hacernos una idea de si tenemos la mismos gustos o no, por ejemplo. ¿Te imaginas cuantos momentos incómodos nos estaríamos ahorrando si antes de acostarnos con una persona nos hubiésemos atrevido a hablar sobre lo que estamos a punto de hacer? 

Quizás te suene raro, pero lo raro ¿no es que no nos atrevamos a hablar de sexo hasta que lo estamos literalmente “haciendo” o que no nos queramos ni contar “las normas del juego” que estamos a punto de practicar? ¿Que divertido puede llegar a ser un juego si nadie se ha tomado la molestia de explicar cuales son las normas? 

Ah, claro…ya sé lo que me vas a decir ahora; se supone que todas ya conocemos las normas… ¿No te parece que lo extraño es que pensemos que todas practiquemos el mismo juego, solo porque tenemos las mismas fichas para poder jugar?  Pues parece ser que precisamente ese es el kit de la cuestión de la gran insatisfacción que vivimos hoy en día en relación a la sexualidad. 

La sexualidad en sí misma es algo gigante, que engloba diferentes dimensiones, momentos y maneras de sentirla. Es tan diversa como personas hay en el mundo y la forma en la que ésta se expresa debería de ser única como la personalidad que nos caracteriza a cada una. 

Si podemos comprender fácilmente que nos gustan diferentes colores, sabores y estilos de vida, y resulta la cosa más normal del mundo,  entonces ¿cómo es posible que nos hayamos tragado la idea de que hay una sola forma y casualmente bastante normativa de vivir la sexualidad? 

¿Por qué somos todavía tan pocas las personas que nos cuestionamos si la forma en la que nos han dicho que, “esto es el sexo” es realmente tan así? Y en lugar de eso, ¿por qué dejamos de validar que quizás no siento, no me excito o no tengo deseo porque simplemente esta forma no corresponde a mis gustos ni a mis preferencias personales?

Pues porque además de estar sexualmente traumatizad@s como cultura, hemos crecido en un sistema en el que se nos ha educado para no creer en nosotras mismas e intentar que seamos todas similares para poder encajar y ser alguien en la sociedad. Cosa que es una tremenda mentira y que nos mantiene en un estado de inseguridad interna que nos reprime constantemente y  nos ahoga.  ¿Y eso afecta a la sexualidad? ¡Pues claro que sí! 

La sexualidad en sí misma es la expresión de un impulso corporal que te conecta con sensaciones de placer, deseo y una energía de vida que podría crearlo todo; y de hecho así mismo lo hace. 

Pretender vivir esa energía siguiendo un A-B-C, que además es una imitación de lo que nos han dicho en las películas que se supone que tenemos que hacer, es una posible autopista directa hacia la frustración. Pero claro, si desde pequeñas se nos ha reprimido, juzgado y dicho NO, NO, NO cada vez que haciamos algo creativo, caotico y genuino, lo más probable es que la forma de seguir y confiar en nuestros impulsos esté casi más muerta que viva.

Lo que tampoco nos contaron es que a medida que fuimos creciendo también fuimos desarrollando una serie de estrategías para evitar sentir vergüenza o equivocarnos, que además de mantenernos conectadas a una agradable zona de confort, también nos alejan de la energía espontánea y curiosa que tanto nos ayuda cuando necesitamos atrevernos para explorar nuevos horizontes… nuevos cuerpos… o nuevas sensaciones. 

De hecho, normalmente lo que sucede en estas situaciones es que en lugar de seguir al cuerpo, seguimos a la mente. Y la sexualidad sentida, necesita mucho más cuerpo que otra cosa y de eso va la historia todo el tiempo, ¿qué siento en este momento? 

Llegadas a este punto te invito a volver al principio de la reflexión de hoy para que te preguntes de nuevo; ¿qué es lo que pasa por mi mente cuando pienso en sexo?

(…) (…) (…) 

Pues eso. 

La sexualidad puede ser sexual o no. Puede ser energética y sensual. Puede ser más fetichista, puede ser muy pasional o tratarse de un intercambio tan sutil que casi ni siquiera una lo pueda percibir. La sexualidad puede ser con una o con decenas de personas. La sexualidad puede ser un rezo, una concepción o un proceso creativo en sí mismo. O nada de eso.  Puede ser sexo, o no serlo. Puede ser un juego o una promesa. Puede ser un acto de amor. Puede ser de adultos. La sexualidad puede ser un nacimiento, un amamantar, puede habitar en el mundo de las fantasías y de los sueños.  Puede ser placentera o puede que sienta placer en el dolor. Puede que un día solo se trate de besos en la mejilla, puede que sea de sentirte hasta la gargantilla. Hay personas que les gusta con o sin tomate. Otras que se declaran veganas y a las que también les gusta la comida de lata. 

¿Porque entonces seguimos tratando de fingir que mis gustos son como el de todas las demás? ¿O de imponernos según qué cosas o prácticas las unas a las otras? ¿En serio que a estas alturas seguimos intentando quedar bien, mientras seguimos teniendo sexo aburrido y copiado, por miedo al “que diran de mi” si le muestro mi instinto “raro”? 

Todas las que estamos por aquí ya sabemos que si seguimos haciendo las cosas solo para complacer a la otra, el cuerpo se rebela y nos manda a la mierd*; ¿por qué no empezamos entonces, hombres, mujeres y todos los colores que esas dos palabras puedan llegar a contener, a validar nuestros gustos, deseos, necesidades y límites para poder reconocernos bien antes de revolcarnos como lombrices y seguir generando dramas insostenibles? 

Pues creo que también hay una respuesta para esto, ya que aunque nos empeñemos en hacerle creer al mundo que con el sexo solo queremos sexo, la verdad es que la mayoría de veces queremos muchas más cosas que ni siquiera reconocemos. 

Y es que disfrutar del sexo libremente implica conocerse, saber comunicarse, establecer límites, decir lo que nos gusta y sobretodo, ser lo suficientemente valientes como para bajar al cuerpo y atreverse a sentir lo que realmente se cuece  cuando estamos aquí, dispuestas a dar y a recibir de forma honesta y abierta, sin resistencias. 

Te invito a soñar por un momento. ¿Qué pasaría si antes de lanzar los dados en el tablero de la sexualidad, nos preguntamos cómo se ganan los puntos y se pierden hoy, y lo que determina que la partida está perdida?  ¿Crees que a todas las personas les gustaría jugar de la misma forma y con las mismas normas o niveles?  ¿Qué pasaría si hiciéramos lo mismo con nosotras mismas antes de lanzarnos a tocarnos sin preguntar a tu cuerpo,  ¿Cuáles son  las normas de hoy? ¿De que te estás dando cuenta? 

Felicidades, a mi me parece que ya estás empezando a resignificar tu sexualidad. ¡Buen viaje! 

Los Secretos del Cuerpo

Secretos del Cuerpo

Y un viaje de Amor Propio!

¡Descarga gratis mi nuevo ebook 'Secretos del Cuerpo' ahora mismo y adéntrate en el camino hacia una sexualidad más habitada y un autoamor consciente!


    Pedido0
    Aún no agregaste productos.
    0
    Abrir chat
    1
    Hola, en que puedo ayudarte?